Me encantan los juegos de mesa, desde que tengo memoria. Algunos de mis mejores recuerdos de la infancia están ligados a partidas de Trivial o Parchís. Las cartas también me enloquecen, y no me incomoda en absoluto apostar dinero, pues en mi familia se ha hecho desde siempre con total naturalidad. Me sorprenden los que se niegan a apostar como si hubiera en ello algo dañino o sucio, porque yo apostaba ya mis 25 pesetas por partida cuando contaba apenas nueve añitos. Y si perdía, no había clemencia, había que pagar porque en mi familia se decía aquello de "las deudas de juego se pagan". No por ello me he convertido en jugadora empedernida en la edad adulta, pero uno de mis planes favoritos es quedar con amigos para jugar hasta la madrugada.
Y ayer me dio una alegría el lechón cuando quiso que le enseñara a jugar a la oca. Andaba curioseando y encontró un tablero que le llamó la atención:
"Mami, vamos a jugar",
"no, cariño, eres aún muy pequeño para jugar a ésto",
"pero mami yo quiero jugar, tú me enseñas vale?,
"bueeeeno, vamos a intentarlo"
Se lo expliqué con una paciencia que os aseguro que yo antes no tenía.... y como ya sabe contar muy bién hasta diez y la mecánica de la Oca es más simple que la de un chupete, ¡lo entendió a la primera! y ahora quiere jugar a todas horas... Y así estamos: de oca a oca y tiro porque me toca.
3 comentarios:
Sigo tu blog de hace un tipo, me gusta mucho!! Tu peque es un encanto.
Por cierto yo tambien soy fanatica de los juegos de mesa asique es genial que vaya aprendiendo a jugar. besitos
Que bien!... así tenéis algo a lo que jugar que os guste a los dos!!!
Yo estoy cansada de jugar con lo coches!!! je,je,je
¡Qué bueno! A Julia (con 7 años) le encanta el tres en raya. Y el monopoli.
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