domingo, 2 de agosto de 2009

A la playa con el bebé

Estos días pasan a toda velocidad, y una quisiera que las vacaciones duraran siempre, con sus días soleados, sus aperitivos al sol y sus tranquilas tardes al borde del mar... qué gozada. Manuel disfruta muchísimo de todo lo que pasa a su alrededor. Está descubriendo el mundo y lo hace con tanto entusiasmo que nos contagia su alegría y su vitalidad.

Tanto entusiasmo y tanta energía que el primer día por poco se deja los dientes en el bordillo de la piscina... al final se quedó en un susto y un diente algo "recortado"... snif snif... Pero el caso es que se maneja de maravilla en la piscina pequeña, y con sus manguitos nada ya él solito algunos metros. Ahora empiezo a verle la utilidad a las clases de natación para bebés que me agotaban en primavera.

Por las tardes, después de la siesta (que dormimos los tres!) y la merienda, bajamos a la playa. Aunque está a solo unos metros del apartamento, cuando salimos por la puerta parece que nos vayamos de viaje... Impresionante la cantidad de trastos que hay que llevarse para pasar una horita al borde del mar, no me explico como lo hacen los que tienen tres niños y pasan el día con ellos en la playa... Nosotros llevamos la mochila con: el vasito del agua, las toallas, las cremas solares, los inevitables pañales y toallitas, un bañador, un pañal de esos especiales para el agua... todo para después bañarle desnudito, que es como él está más cómodo. También llevamos el chupete, kleenex, el cubo y la pala... La frase clave es "por si acaso", y eso incluye casi cualquier cosa que podáis imaginar. Así que hemos renunciado a llevarnos también las hamacas, y nos sentamos en la arena tan ricamente. Mi madre le ha comprado a Manuel una minisilla de playa con su sombrillita de lo más graciosa... pero me temo que, salvo que encontremos un porteador, no la vamos a estrenar este año.

Una vez en la orilla del mar, desnudito y cubierto de crema, mi niño está encantado jugando con la arena, hablando en su idioma incomprensible, escapando de las olas y riendo sin parar. Su padre y yo nos miramos y, sin palabras nos decimos que estamos ante uno de esos momentos perfectos, tan escasos, de felicidad completa.

4 comentarios:

Karina Ibarra dijo...

Yo creo que el verano trae de los momentos más felices que pueda recordar... ahora mismo estoy pensando en mis bebes en la arena, uno comiendo piedras (a Àlex le encanta chuparlas!!) y Laia haciendo castillo.

Pobrecito Manuel con lo del diente... menos mal que en unos añitos le saldrá el "bueno" y ya no se verá! :-)

Besos y a disfrutar del verano!

London dijo...

Que razón tienes cada vez que bajo a una playa que no sea la que está enfrente del porche de mi casa parece que me voy de mudanza!! que de cosas usan estos niños.

Qué felices estan los enanos en la playa, verdad? me da pena que el verano se pase tan rápido porque Aitana disfruta muchísimo mas de la vida playera que de la vida en ciudad.

Besos

Laura dijo...

Por enesima vez... ¡que envidia me dais todos los que estais de vacaciones!

Yo todavia no he tenido oportunidad de ir a la playa con el peque : (

Por cierto, me acabo de fijar... Manuel se parece una barbaridad a su padre ¿no?

Besos y a disfrutar!

sonia dijo...

Qué gozada de vacaciones, qué bien os lo pasais!! Disfrutad mucho de tanta felicidad, cómo disfrutan los niños en la playa. Me encanta tu apunte a la cantidad de cosas "por si acaso" que llevamos siempre encima, veo que es algo muy común en todas :-) Al final lo importante es verles felices rebozados en arena y curioseando en el mar... Un saludo!

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