sábado, 16 de agosto de 2008

Manuel y sus pequeñas cosas

Si fuera boxeador sería un peso pesado: hace 10 días pesaba seis kilos y pico y medía 60,5 cm… así que se le está quedando pequeña la ropita de tres meses y aún no los ha cumplido… a este paso cuando tenga dos años medirá tres metros. Claro que tiene a quien salir, su padre mide más de 1,90 y en mi familia tampoco somos bajitos. Viendo el partido de baloncesto de hoy (España-Usa, menuda paliza nos han dado) me lo imaginaba en un futuro en la NBA, como Gasol, con la barba y todo…

Pero volviendo a la vida real, Manuel es un pequeñajo muy inquieto, muy tragón y bastante exigente. En las últimas dos semanas se ha tranquilizado bastante y ya no pide sus tomas de forma tan escandalosa, claro que cualquiera se atreve a hacerle esperar más de la cuenta. Hoy, sin ir más lejos, hemos salido a comer a un restaurante gallego que hay en Pozuelo, La Pulpería, uno de nuestros favoritos, y se nos ha hecho algo tarde, así que el regreso ha tenido como banda sonora los llantos histéricos de Manuel, que cuando tiene hambre monta un jaleo que parece que se está muriendo. Al principio me impresionaba muchísimo cuando se ponía así, todo colorado y rabioso y, aunque no puedo decir que me haya inmunizado, ahora lo llevo bastante mejor.

Hasta ahora he estado dándole el pecho y últimamente hemos empezado a introducir algún bibe en la toma en la que se quedaba con un poquito de hambre, sobre las ocho de la tarde. Al principio no quería saber nada de las tetinas, pero parece que ya les va cogiendo el gusto, y ahora me temo que lo que ya no le gusta tanto es el ritmo más lento con el que sale la leche del pecho, a ver como lo vamos toreando…

Cuando no tiene hambre es muy simpático y sonríe a todo el mundo. Sus sitios favoritos, además del pecho de su mami, son el cambiador de su habitación (que decoró su Yaya con mucho cariño y aún mejor gusto), y el cochecito. Le encanta que le cambien el pañal y que le den cremita, y se pone como loco en cuanto ve que vamos a salir a la calle, moviendo sus bracitos y piernecitas como si quisiera correr. El baño también es uno de los mejores momentos del día. Le bañamos en una hamaquita que le permite moverse bastante, Y LO HACE! No para quieto de la emoción, me salpica toda, y a veces me parece que se va a salir de la hamaca de los botes que da. Ahora es lo que nos toca, así que voy a disfrutar un poco.

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