domingo, 8 de febrero de 2009

Ocho meses y una duda razonable

Manuel ya tiene ocho meses, y parece que fue ayer… Está enorme y muy fuerte, pero creo que no tiene ninguna intención de empezar a gatear. Prefiere estar de pie, y "caminar" por toda la casa "colgado" de nuestros brazos le parece el colmo de la diversión. Esta semana le ha empezado a salir su tercer diente, uno de los paletos. Parece que por el momento la “crisis” de sueño ya ha pasado y vuelve a dormirse solito sin llorar casi todas las noches. Ya sea gracias al método Estevil o por mis desafinadas nanas, el caso es que es una gozada dejarle en la cuna a las nueve y que caiga redondo sin decir ni pío. Ayer, cuando estaba terminando de ponerle el pijama después del baño, escuchó el sonido de las llaves en la puerta e inmediatamente se puso a reír y a mover los bracitos entusiasmado: sabía que era su padre el que llegaba ¿No es increíble?

El miércoles nació Alba, la hija de Rut y Sergio, nuestros vecinos y amigos, y la hermana de Carolina. Es tan chiquitina y tan frágil que me parece mentira que Manuel fuera, hace no tanto tiempo, poco más grande que ella.
El jueves fuí a verles a la clínica, y me trajo muchos recuerdos, algunos buenos y otros no tanto, de cuando nació Manuel. La verdad es que nuestros primeros días no fueron nada fáciles, el pequeñajo se ganó a pulso el apodo de lechón, porque lloraba constantemente salvo que estuviera en el pecho. Lo mejor de empezar tan mal es que ya solo se puede ir a mejor…y lo cierto es que la cosa ha mejorado muchísimo. Ahora Manuel nos contagia su alegría. Es un niño feliz, tranquilo, simpatiquísimo y muy bueno. Cada día me recuerdo a mí misma lo afortunada que soy de tenerle, no sea que se me olvide.

Ver a Rut tan feliz con su segundo bebé me ha hecho pensar en cómo sería si me animara a tener otro hijo -esto le va a provocar al papá del lechón una urticaria por lo menos. Tranquilo, no es que me lo esté planteando ¡que no es así!!, pero me pregunto si al segundo hijo se le quiere igual que al primero. Francamente, yo no estoy segura de que sea posible querer a otro bebé tanto como a Manuel. Y no digo que al segundo no se le quiera, no es eso… pero no creo que sea lo mismo. Por algo desde la antigüedad el primogénito es el legítimo heredero de bienes y títulos nobiliarios. Creo que el primer hijo es especial, porque con él se descubre un sentimiento, el amor de madre -sí, "amordemadre", como en los tatoos de los moteros-, que nunca se había vivido. Yo creo que con los demás hijos se aplica ese sentimiento ya conocido, y por supuesto que se les quiere, pero que ya no se siente el flechazo de la primera vez. Y que conste que lo dice una que tiene un hermano mayor y, pese a todo, se siente inmensamente querida. En fin, tal vez si me animo a darle a Manuel un hermanito cambie totalmente de opinión. Sinceramente, ahora que no nos oyen…las que tenéis más de uno, ¿creéis que me he vuelto loca? ¿de verdad se les quiere igual?

5 comentarios:

Laura dijo...

Hola guapa!

Mi hermana tuvo a su 2º hijo hace 3 semanas y me comento que efectivamente el sentimiento no es el mismo. Ella adora a su primogenito pero siempre a dicho que ese sentimiento no fue inmediato, los primeros dias se sentia agobiada por el miedo y la responsabilidad y el amor llegó unos dias despues cuando se sintio más tranquila y empezo a conocer a su bebe (a mi me paso lo mismo).
Sin embargo con el 2º a sido diferente, dice que sintio que lo queria nada más verlo y piensa que es porque con el 2º no hay tantas inseguridades y miedos, sabes que lo vas a querer mucho así que desde el principio lo quieres mucho ;)

Besos

London dijo...

Alejandra en este post has dado en mi mayor preocupación desde el momento en el que decidimos darle un hermanito a Aitana. Lo mío con mi hija fue un flechazo, al principio era un ángel, algo nerviosa pero muy buena, lo de convertirse en rotwailer fue despues. La mirabda y la adoraba, me pasaba horas tocandole su piel y oliendola estaba encandilada con ella.

Quiero a mi hija con locura, la adoro, la idolatro, es con diferencia lo que más quiero en este mundo y la persona que mas falta me hace y por eso me esfuerzo cada día en darle lo mejor y protgerla de todo. Y yo ahora pienso, ¿Es posible querer a otra persona así?con tanta fuerza, con esa locura, si es el centro de mi vida. Se que el día que tenga otro hijo tambien lo voy a querer muchísimo pero me preocupa que no sea capaz de quererlo tantísimo como a Aitana, aunque creo que so nunca lo sabremos hasta que no tengamos al segundo en los brazos.

Besos

Pequeñas Cosas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
David González dijo...

Y digo yo, que necesidad hay de tener más Lechones cuando se quiere tanto a uno.
Creo firmemente que es una crueldad repartir tanto amor con otro u otra.
Pobre Lechón. ¿No?
El Padre del Lechón!

La Abuela dijo...

Mi niño siempre tendrá su sitio aunque tenga otros hermanos.yo te digo que, al segundo lógicamente,se le quiere de un modo diferente y no es mas qué, porque ya se le quiere antes de nacer, ya el sentimiento es arraigado y no como en el primero que te encuentras con una cosita ahí que te desconcierta,te hace sentir una inútil en ocasiones e incluso te desborda lo desconocido de sus cuidados. Todo eso desaparece por la experiencia y se convierte en una maternidad mas "madura" pero no por ello deja de ser tan mágica y emocionante como la primera.Te lo dice la abuela de Manuel. Os quiero.

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