Leyendo el último post de
una de mis bloggeras favoritas, que está a puntito de dar a luz (si es que no lo ha hecho ya) se me ocurre contaros algunas de las pequeñas cosas, curiosas y prácticas, que he aprendido desde que nació Manuel, y que no vienen en ninguno de los libros que he leido sobre el embarazo y la crianza de los niños.
La industria de los productos para bebés es terriblemente rentable porque los directivos de estas empresas saben que las mamás, especialmente las novatas, no escatimamos en gastos a la hora de preparar el nido. Pues bién, la mayoría de los artículos que se consideran "imprescindibles para la llegada del bebé" no son más que trastos perfectamente sustituibles por algo que ya tienes en casa y que sirve exactamente igual.
Por ejemplo:
el esterilizador de biberones. Me negué a comprarlo porque me parecía enorme y nuestra cocina es de miniatura. Y me alegré, porque cuando Manuel tenía unos dos meses y empezamos con algún biberón, simplemente los hervíamos una vez al día en una olla grande y a correr. A partir de los tres meses los pediatras ya no recomiendan esterilizar, sino solo lavar bien con agua y jabón, así que, salvo casos de niños prematuros y especialmente delicados, yo no creo que merezca la pena tener semejante monstruo ocupando espacio sobre la encimera.
Hay otro artilugio llamado "
calientatoallitas" que me recomendaron vivamente. Si no vives en Siberia, no lo veo nada necesario. Los primeros días el bebé llora cuando le cambias el pañal (en realidad, al principio lloran por todo), pero es porque no conoce esa nueva sensación y se asusta. En cuanto se acostumbra, no le importa nada la temperatura de las toallitas. Palabra.
En cuanto a
la mochila portabebés, en cualquiera de sus variedades, mi opinión es que es bastante práctica en una etapa muy determinada de la vida del bebé y, especialmente en verano. A mí me la prestaron y la utilicé bastante durante el tercer y el cuarto mes de Manuel (por ejemplo, para viajar en el AVE o para hacer la compra y poder llevar el carrito). Aunque a él le encantaba, llega un momento que el niño pesa demasiado para llevarle más de diez minutos seguidos. Además, llevarle en la mochila para hacer tareas domésticas suena muy bien pero es poco realista. Intenta hacer la cama con una mochila cargada con seis kilos de arroz sobre tu tripa y sabrás a qué me refiero... En fin, que está muy bién tenerla pero si te la pueden prestar, mejor que mejor.
Las grandes compras sin las que no hubiera podido pasar han sido:
El
sacaleches, durante la lactancia me permitió salir algunas noches, y, aunque costó algo caro porque era eléctrico (de Avent), creo que mereció la pena.
Por supuesto,
el cochecito. Nos prestaron uno de Jané con el capazo y el maxicosi. La silla, de MacLaren, es nuestra (regalo de la abuela Mari). Es muy compacta y fácil de abrir y cerrar, pero no he probado ninguna otra, así que no puedo comparar.
La hamaquita: la nuestra es la de Babybjhorn, y después de haber hecho una investigación bastante exhaustiva, creo que es la mejor. Ocupa poco espacio, es ligera, moderna y plegable, se puede utilizar desde el nacimiento hasta los dos años, y tiene un sistema de contrapeso que hace que el bebé pueda balancerse solo moviendo sus piernecitas. Es muy sólida y a Manuel le encanta, se le ve muy cómodo y seguro. No sé qué haría sin ella.
El aspirador de mocos: lo utilizamos a diario, incluso dos veces al día... es imprescindible
La hamaquita de baño: por el módico precio de 9 euros, y es la mejor bañera para el bebé. Como es ergonómica, el bebé tiene la espalda un poco levantada y tú las manos libres para enjabonarle. Está seguro y al mismo tiempo tiene movilidad para chapotear cuanto quiera. Eso sí, los primeros días es mejor bañarle en el lavabo porque al ser tan chiquitín se asusta un poco en un espacio demasiado abierto.
La
trona, es otro trasto, pero en este caso es útil para darle de comer en una buena postura y no dejarte la espalda. Nosotros elegimos la de Baby confort porque, según dicen, crece con el niño y se va adaptando a su tamaño y a sus necesidades a medida que se hace mayor.

En cuanto a
ropa, nunca hay suficientes bodies y pijamas, es lo que más se usa. Los primeros meses hay que llevar siempre ropa de repuesto, body incluido, porque se manchan muchísimo con las caquitas líquidas. La ropita de salir, es mejor que sea de una pieza (como los pijamas pero de calle) porque cuando le pones un conjunto de camisa o jersey más pantaloncito cada vez que le cojes en brazos se le sube lo de arriba y es un lío. Yo tenía un ejército de patucos monísimos y de todos los colores que apenas utilicé porque se le caían constantemente, son mucho más prácticos los calcetines. Hasta los seis meses o así no se les ponen los zapatos. Van mucho más cómodos sin ellos y es bastante complicado calzarles tan pequeñitos.
El
saco de dormir: desde que nació, Manuel se destapa constantemente. Yo me despertaba atormentada pensando que el niño se habría destapado (y así era) así que cuando empezó el frío le compramos un saquito para dormir que es muy práctico y dá mucha tranquilidad.
Y esto me recuerda algo que me compró mi madre unos días antes de nacer Manuel, que es una pequeña
luz nocturna (a la venta en cualquier ferretería) que se enchufa y dá una luz ténue, lo justo para evitar tropiezos y caídas en mitad de la noche.
Se entretienen con cualquier cosa. Su "
juguete" favorito hasta el momento es una mini bolsa de plástico de las que hacen ruido y con la que puede pasar largos ratos (ya he comprobado que no le cabe la cabeza dentro). Los trapos también le entusiasman, especialmente los de colores, y los libros de tela. Hay un par de sonajeros-mordedor, que le hacen gracia. A los peluches por el momento ni caso.