domingo, 31 de enero de 2010

Subiendo peldaños: 20 meses

Mi niño ya ha cumplido 20 meses y creo que es el momento de hablar de sus avances, que en los últimos meses han sido muchos e importantes. Creo que ha dado pasos de gigante en muchos aspectos de su desarrollo, y especialmente en lo que se refiere al lenguaje. Se ha soltado a hablar y conoce ya un montón de palabras, y lo que es más importante, cada día aprende alguna nueva porque está tremendamente receptivo y repite todo lo que le decimos. Algunas de las palabras que ha aprendido últimamente:

Otro/Otra: lo repite a todas horas, y lo pronuncia perfectamente.Cuando termina un capítulo de Pocoyo dice "otro", y lo mismo cuando terminamos de leerle un cuento, en cambio cuando se trata de una popa (pompa de jabón, otra palabra nueva), dice "otra".

Pipa: que se traduce como "sopita", su plato favorito hasta el momento, que además está aprendiendo a comérsela él solito. Estoy haciendo un ejercicio de paciencia infinita para conseguirlo, y me pongo negra viendo como el suelo se va llenando se minibolitas de pasta que luego tendré que recoger, pero es la única forma de que aprenda, no?

Atu: Azul. Sabe decirlo, aunque no tanto reconocer el color en sí. Siempre que le preguntas de qué color es algo, por ejemplo "¿de qué color es el coche de papi?"atu", "¿de qué color es Ely?", "atu", "¿de qué color es mami", "atu" y así sucesivamente...

Uno, dos, tes: Al fin hemos conseguido que al preguntarle "cuantos años tienes" conteste "uno", y enseñe su dedito. Cuando lo hace me dan ganas de comérmelo a besos, y generalmente lo hago!
Nanel: ya sabe decir su nombre, y ahora cuando quiere hacer las cosas él solito nos dice muy enfadado, "no, nanel, nanel"

Aquí: esta palabra es muy importante porque le sirve para indicarnos que tenemos que sentarnos justo aquí, y en ningún otro lugar, para jugar con él, o para darle agua, o para darle la comida... Hay que ver lo mandón que se ha vuelto.

Abre: le encanta decirlo porque consigue que le abra las puertas, los botes, etc...

Pato, Lula, Ely, Autobus, Tren, Avión, Agua, Tete, Más... y seguro que me dejo un montón en el tintero.

 Me encanta ver como aprende nuevas palabras todos los días, y es divertido ver este proceso tan increíble.
Manuel es un niño listo e inquieto, curioso y muy rápido, vital, alegre y muy sociable. Tiene días imposibles, como todos los niños, y entonces me agota y tengo ganas de salir corriendo. Aún así, estoy totalmente loca por él. Tengo arrebatos de amor amenudo, y a veces le doy abrazos tan fuertes que le aplasto, ¡pobrecito! Debe de pensar, qué pesada es mami, todo el día achuchándome. No me importa, pienso seguir haciéndolo.

martes, 26 de enero de 2010

Madrid fría y hostil


Estos días estoy algo enfadada con el mundo, y particularmente con Madrid. Me cuesta imaginar una ciudad más hostil que ésta para los niños. Supongo que Nueva York, Paris o Londres serán por el estilo, pero al menos, si vives en una de esas grandes capitales te encuentras con tus actores favoritos en el supermercado, paseas por la rivera del Sena de vez en cuando, o ves los estrenos de cine antes que nadie. Mientras tanto, en Madrid me da la sensación de que tenemos todas las desventajas de vivir en una capital, pero realmente la parte buena apenas la catamos. Y con un lechón de 19 meses, ya ni os cuento.

Este invierno se nos está haciendo eterno, y eso que ha empezado tarde. Me encanta llevar a Manuel al parque (bueno, en realidad me aburre muchíiiiimo, pero me encanta porque él se lo pasa pipa, y además se queda agotado, con lo que después duerme de maravilla). Pero con este frío hay días que sacarle a la calle no es una opción, y entonces las alternativas se reducen a:

1.quedarte en casa procurando llenar las eternas horas sacando los juguetes uno a uno o inventando juegos sobre la marcha o dejándole al pobre en manos de la tele, que por suerte le encanta;

2. Visitar a algún amigo (mejor uno con hijos, si quiero que siga siéndolo después de la visita) o familiar para amenizarle la tarde;

y 3. Ir al centro comercial, que parece ser el único sitio donde la temperatura es superior a 0 grados y admiten niños menores de tres años, que aún no están en edad de piscina de bolas, ni de cine, ni de talleres, ni de nada que no sea dar golpes a todo lo que pillan y volver locos a sus padres. Antes de ser madre ya no me gustaban los centros comerciales, pero es que ahora los aborrezco. Están siempre atestados de gente, hay que hacer interminables colas para el parking, para ir al baño, para pagar, para sentarte en la cafetería….Claro, si es que todos hacemos lo mismo, no hay opciones.

Cuando el lechón era más mueble más bebé, iba tan contento en la sillita mirándolo todo y sonriendo a las viejecitas que le hacían monerías. Ahora en cambio, a las viejecitas les grita “NO” en cuanto se acercan. Le sienta fatal estar en el cochecito, y la verdad es que lo entiendo, pero a ver quién se atreve a llevarle de la mano entre la multitud y, a la mínima de cambio, que salga corriendo y se pierda. Además, al rato de paseo se sobreestimula y se empieza a poner nervioso e irascible. Últimamente ha descubierto las atracciones llenas de vivos colores que hay por doquier: me refiero a las motos, coches, caballos, rinocerontes, trenes, elefantes…. Que por el módico precio de 1€, a veces más, se mueven adelante y atrás durante como mucho 1 minuto y medio al compás de una música imposible. Ya que por desgracia no los prohíbe la ley, este tipo de artilugios deberían estar escondidos tras cortinas negras, para evitar las descomunales pataletas que provocan. Y a mí también me gustaría tener una pataleta cuando, como este último domingo, paso dos veces por delante del escaparate de ZARA EN REBAJAS, ¡¡SEGUNDAS REBAJAS!!, y no puedo ni plantearme entrar, ¡qué crueldad! Así que al final terminamos los dos, o los tres si vamos en familia, cabreados como monos, yo por no poder satisfacer mis ansias consumistas y por el estrés de que el lechón gruñón se tire al suelo en cada esquina, y él porque quiere hacer mil una cosas y a todas le digo que no, y pobre, al final va con los deditos amoratados de tan fuerte que le agarro de la mano, y por que en general la situación supera con creces su tolerancia a la frustración, ya de por sí escasa.

Ah! Y luego están los restaurantes, que o no disponen de tronas, o tienen tres y todas ocupadas, o te miran mal por llevar a un moco que ocupa sitio en la mesa pero no consume, o está hasta arriba y hay que esperar media hora para que te sirvan con un niño hambriento que se empieza a poner insoportable. Y lo peor es que después de este tipo de experiencias y de jurarme a mi misma que no volveré a llevar a Manuel al centro comercial, o a comer fuera, acabamos tropezando una y otra vez con la misma piedra. Y es que Madrid no tiene opciones, o al menos yo no las encuentro, para hacer cosas con los niños en los días de frío.
Y las demás, ¿qué hacéis con los niños en pleno invierno cuando la casa se os cae encima?

martes, 12 de enero de 2010

Las revistas, la Preysler y yo

Una, que tiene inquietudes culturales, lee el Hola siempre que cae en sus manos. Y eso es todas las semanas, porque una de las cosas buenas de mi trabajo es que me llegan todas las revistas. Recibo las de moda, también llamadas "femeninas", tipo Vogue, Elle, Woman, Telva, que me gustan pero me deprimen un poco porque me enseñan cosas, y cuerpos, que nunca voy a a tener. También algunas de viajes, ciencia y demás, que ojalá tuviera tiempo de leer... Tengo en el despacho el Vanity Fair, que me parece una revista alucinante, pero la traigo a casa sabiendo que no podré leerme los reportajes de 15 páginas supersesudos que publican. También tengo casi todas las masculinas, o sea, las de tías en bolas, "DT", "GQ", "FHM" (¿porqué tantas siglas?), pero éstas las censuro convenientemente para que el papá ejemplar no flipe creyendo que realmente esas mujeres existen. Y luego están las revistas del corazón, de las cuales recibo Hola, Diez Minutos y Cuore, y devoro la primera y la última en cuanto encuentro un rato. La primera me gusta porque tienen el mejor papel y la mejor calidad fotográfica, enseñan casas maravillosas y muestran personajes a los que, aunque pueda aborrecer, casi siempre conozco y cuyas vidas me pueden resultar interesantes, atractivas, envidiables... a veces. Me gusta que se nieguen a sacar a los "famosillos" de tres al cuarto salidos de OT y similares, aunque sea porque son unos elitistas de aúpa...Por su parte el Cuore, cuyas fotos dejan bastante que desear, es una revista divertida a más no poder, y me encanta porque no utilizan Fotoshop y su lectura produce sobre mi estado de ánimo el efecto contrario que el Vogue o el Elle:; me encanta descubrir la celulitis que nunca nadie le había visto a Victoria Beckam, el pellejo del brazo colgante de Demi Moore o las venas terroríficas de las manos de la, por otro lado pluscuamperfecta, Angelina Jolie. Y encima, sacan ropita, bolsos, y demás, que SÍ me puedo permitir.


Y diréis, bonita, te estás desviando, y estoy no va de niños ni nada que se le parezca... Pero estáis equivocadas. Hoy he tenido uno de esos escasos ratos de tranquilidad acompañada del lechón, y mientras yo hojeaba el Hola en el sofá, él veía un Baby Einstein. Y cuando estaba yo leyendo con interés sobre la nueva  y pijísima pareja formada por Tamara Falcó y Luis Medina, va mi enano y me señala a la Preysler y me dice tan contento: "Mami". Yo, entre incrédula y halagada, le pregunto ¿dónde está mami mi amor? y vuelve a señalarme, sin ninguna duda, a la Preysler, no a su hija Chábeli ni a su otra hija Tamara, sino a la Preysler, tan convencido de que ésa era su mamá. O sea, que a ojos de Manuel me parezco a una señora que tiene la edad de mi madre pero aparenta ser más jóven que sus propias hijas. No me importa, la verdad es que está guapísima. Y, si la que será pareja favorita del Hola llega a buen puerto, habrá que ver a Isabel en la boda de su hija teniendo como consuegra a Naty... Vaya par! Ese Hola sí que no me lo pierdo.

lunes, 4 de enero de 2010

Algunos trucos (y regalos) que hacen la vida más fácil

Estoy disfrutando muchísimo de estas vacaciones porque Manuel se está portando de maravilla. A sus 19 meses es un niño bastante bueno, cariñoso y obediente. He aprendido en este tiempo de maternidad que con los niños todo son etapas, así que estoy contenta de que ésta sea tan buena, e intento vivirla con alegría sin pensar demasiado en lo que pueda venir después.

Aunque ni tengo todas las respuestas, ni soy experta en educación infantil, ni tampoco lo pretendo, me voy a permitir contaros hoy algunas cosillas, trucos, mañas… que a mí me sirven para conseguir que Manuel se porte bien:

-Madre previsora vale por dos: cuando salimos con Manuel intento no olvidar cosas que le entretengan en caso de apuro (léase atascos, largas esperas en la cola del super, etc.): los gusanitos nunca fallan, y también suelo llevar juguetes pequeños y variados, y, cómo no, el chupete…

-Comerle el coco: o sea, explicarle lo que va a pasar y decirle lo bién que se va a portar: ser positiva funciona, me lo dice siempre el papá ejemplar… Si pienso que Manuel se portará mal, parece que lo sabe, y lo hace, pero si pienso, y le digo, que va a ser un niño muy bueno, por ejemplo, en casa de la nana, y que mami se va a poner muy contenta…¡funciona!

-No vale decir siempre que no: he aprendido a moderar mis exigencias, y a asumir que ni yo soy perfecta, ni tampoco lo es mi enano. Así que si ponemos el suelo perdido de agua a la hora del baño, o si hay que poner la tele alguna noche para conseguir que cene, o si tengo que triturarle la comida más de la cuenta porque no quiere masticar… me repito a mí misma la siguiente frase como un mantra: no es tan grave y ésto también pasará.

-Ponerme a su altura y mirarle a la cara cuando le hablo. Pedirle las cosas a gritos desde la habitación de al lado no sirve para nada, pero si me agacho a la altura de Manuel y le digo, “vamos a guardar los juguetes antes de ir al agua patos”, y los empiezo a guardar con él, me sorprende ver cómo se pone él también a recoger y pone cada cosa en su sitio como un hombrecito.

Y lo último no es un truco, es un agradecimiento a Papá Noel que, ayudado por la yayita, nos ha traído el DVD portátil. Hoy lo hemos estrenado, nada menos que en la peluquería. Había que cortarle el pelo al lechón y no se me ocurría cómo conseguir que se estuviera quieto y evitar que le rebanaran una oreja. Nos lo hemos llevado, hemos puesto a Pocoyo, y en la peluquería se han quedado estupefactos de lo bién que se ha portado el peque. Y encima le han dejado guapísimo.Así que a partir de ahora ya sé como conseguir que Manuel se porte de maravilla no sólo en la pelu o en el coche, sino también en los restaurantes.
¡Gracias Yayita!
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