sábado, 20 de diciembre de 2008

Conociendo a Papa Noel

Por primera vez esta semana Manuel ha estado malito. Ha sido sólo un resfriado, y nisiquiera le ha subido la fiebre, pero escucharle toser toda una noche fue una tortura, así que le pedí a mi madre que le llevara a la pediatra por la mañana del jueves. La doctora dijo que no era nada preocupante, que le diéramos mucho líquido, mucho suero para los mocos, y poco más. También nos dió unos supositorios para la tos que fueron mano de santo, y a la noche siguiente durmió de un tirón. Mi madre dice que mientras la pediatra le reconocía, Manuel permaneción increíblemente quieto y tranquilo, como si supiera lo que le estaban haciendo. Para comérselo.
Tengo un libro muy útil sobre salud infantil, titulado ¿Qué me pasa mamá? escrito por el dr. Juan Casado, jefe de cuidados intensivos del hospital Niño Jesús. Ofrece explicaciones sencillas y soluciones fáciles para los problemas de salud más habituales de los niños, desde el nacimiento hasta los doce años: laringitis, estreñimiento, fiebre, otitis, dentición... Es muy práctico porque te dice claramente en qué casos debes salir corriendo a urgencias y cuándo puedes tomar tú misma algunas medidas para aliviar al peque. Como es natural, esta semana me leí de cabo a rabo el capítulo sobre la tos, y entre otras cosas decía que para aliviarla es muy eficaz poner junto a la cuna una cebolla grande partida por la mitad y dejarla allí toda la noche. Me sorprendió tal recomendación venida de un médico, porque suena más bién a uno de esos remedios de las abuelas, pero el caso es que lo hice y a la mañana siguiente Manuel estaba mucho mejor. Supongo que al final remedios de abuela y recetas de médico no deben andar tan lejos unos de otros. Otras recomendaciones que dá el doctor Casado para mejorar la tos son: mantener húmeda la estancia con vasijas de agua o un humidificador, darle a beber bastante agua y limpiarle la nariz con suero.
Con catarro y todo, sigue siendo el niño más bueno y más simpático que podáis imaginar. Ayer tuvimos la fiesta de Navidad de mi empresa, en la que se invita a los niños de los empleados a una merendola con animadoras y a la que asiste Papa Noel como invitado de honor. Fué cómico cuando se sentó en la rodilla de Papa Noel y comenzó a "cabalgar" como esperando que aquel señor de barba blanca le hiciera trotar sobre su pierna. Le dedicó una sonrisa a todos los que se acercaron a conocerle, y no se asustó ni protestó por el jaleo ni por el calor que hacía. Aunque sigue tosiendo bastante, esta noche ha dormido de un tirón hasta las ocho, y después del desayuno se ha vuelto a quedar frito hasta las diez. Es un bendito.
La papilla de frutas sigue sin ser lo suyo. Esta semana casi se la ha dejado entera todos los días. Ayer se la dí durante la fiesta y sorprendentemente se la tomó entera, supongo que sería porque estaba distraido. Hoy se ha tomado bastante más de la mitad, parece que le gusta más desde que he sustituido la naranja por mandarina, que es más dulce, pero cada día es un mundo, me tiene bastante despistada. Aunque aún no se anima a gatear, últimamente cuando le siento sobre la alfombra dá pequeños saltitos levantando el culo, como si se quisiera poner de pié. Quiere agarrarlo todo, y ya es bastante hábil con sus manitas y es capaz incluso de coger cosas pequeñas y pasárselas de una mano a otra. Le encantan las manos, las suyas y las de los demás, y también sus pies, esta semana ha empezado a quitarse los calcetines. Los muñequitos del papel de su cuarto le llaman muchísimo la atención, y cuando le cambio el pañal no para de retorcerse para alcanzarlos. Nos habla muchísimo en su particular idioma. "Aaaaaa, aaaaa", prácticamente es todo lo que dice, pero a mí me hace mucha gracia. A ver si pronto le pone la M delante y dice Mamá, y yo directamente me lo como a besos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Lo que no viene en los libros

Leyendo el último post de una de mis bloggeras favoritas, que está a puntito de dar a luz (si es que no lo ha hecho ya) se me ocurre contaros algunas de las pequeñas cosas, curiosas y prácticas, que he aprendido desde que nació Manuel, y que no vienen en ninguno de los libros que he leido sobre el embarazo y la crianza de los niños.


La industria de los productos para bebés es terriblemente rentable porque los directivos de estas empresas saben que las mamás, especialmente las novatas, no escatimamos en gastos a la hora de preparar el nido. Pues bién, la mayoría de los artículos que se consideran "imprescindibles para la llegada del bebé" no son más que trastos perfectamente sustituibles por algo que ya tienes en casa y que sirve exactamente igual.

Por ejemplo: el esterilizador de biberones. Me negué a comprarlo porque me parecía enorme y nuestra cocina es de miniatura. Y me alegré, porque cuando Manuel tenía unos dos meses y empezamos con algún biberón, simplemente los hervíamos una vez al día en una olla grande y a correr. A partir de los tres meses los pediatras ya no recomiendan esterilizar, sino solo lavar bien con agua y jabón, así que, salvo casos de niños prematuros y especialmente delicados, yo no creo que merezca la pena tener semejante monstruo ocupando espacio sobre la encimera.

Hay otro artilugio llamado "calientatoallitas" que me recomendaron vivamente. Si no vives en Siberia, no lo veo nada necesario. Los primeros días el bebé llora cuando le cambias el pañal (en realidad, al principio lloran por todo), pero es porque no conoce esa nueva sensación y se asusta. En cuanto se acostumbra, no le importa nada la temperatura de las toallitas. Palabra.

En cuanto a la mochila portabebés, en cualquiera de sus variedades, mi opinión es que es bastante práctica en una etapa muy determinada de la vida del bebé y, especialmente en verano. A mí me la prestaron y la utilicé bastante durante el tercer y el cuarto mes de Manuel (por ejemplo, para viajar en el AVE o para hacer la compra y poder llevar el carrito). Aunque a él le encantaba, llega un momento que el niño pesa demasiado para llevarle más de diez minutos seguidos. Además, llevarle en la mochila para hacer tareas domésticas suena muy bien pero es poco realista. Intenta hacer la cama con una mochila cargada con seis kilos de arroz sobre tu tripa y sabrás a qué me refiero... En fin, que está muy bién tenerla pero si te la pueden prestar, mejor que mejor.

Las grandes compras sin las que no hubiera podido pasar han sido:

El sacaleches, durante la lactancia me permitió salir algunas noches, y, aunque costó algo caro porque era eléctrico (de Avent), creo que mereció la pena.

Por supuesto, el cochecito. Nos prestaron uno de Jané con el capazo y el maxicosi. La silla, de MacLaren, es nuestra (regalo de la abuela Mari). Es muy compacta y fácil de abrir y cerrar, pero no he probado ninguna otra, así que no puedo comparar.

La hamaquita: la nuestra es la de Babybjhorn, y después de haber hecho una investigación bastante exhaustiva, creo que es la mejor. Ocupa poco espacio, es ligera, moderna y plegable, se puede utilizar desde el nacimiento hasta los dos años, y tiene un sistema de contrapeso que hace que el bebé pueda balancerse solo moviendo sus piernecitas. Es muy sólida y a Manuel le encanta, se le ve muy cómodo y seguro. No sé qué haría sin ella.

El aspirador de mocos: lo utilizamos a diario, incluso dos veces al día... es imprescindible

La hamaquita de baño: por el módico precio de 9 euros, y es la mejor bañera para el bebé. Como es ergonómica, el bebé tiene la espalda un poco levantada y tú las manos libres para enjabonarle. Está seguro y al mismo tiempo tiene movilidad para chapotear cuanto quiera. Eso sí, los primeros días es mejor bañarle en el lavabo porque al ser tan chiquitín se asusta un poco en un espacio demasiado abierto.

La trona, es otro trasto, pero en este caso es útil para darle de comer en una buena postura y no dejarte la espalda. Nosotros elegimos la de Baby confort porque, según dicen, crece con el niño y se va adaptando a su tamaño y a sus necesidades a medida que se hace mayor.

En cuanto a ropa, nunca hay suficientes bodies y pijamas, es lo que más se usa. Los primeros meses hay que llevar siempre ropa de repuesto, body incluido, porque se manchan muchísimo con las caquitas líquidas. La ropita de salir, es mejor que sea de una pieza (como los pijamas pero de calle) porque cuando le pones un conjunto de camisa o jersey más pantaloncito cada vez que le cojes en brazos se le sube lo de arriba y es un lío. Yo tenía un ejército de patucos monísimos y de todos los colores que apenas utilicé porque se le caían constantemente, son mucho más prácticos los calcetines. Hasta los seis meses o así no se les ponen los zapatos. Van mucho más cómodos sin ellos y es bastante complicado calzarles tan pequeñitos.

El saco de dormir: desde que nació, Manuel se destapa constantemente. Yo me despertaba atormentada pensando que el niño se habría destapado (y así era) así que cuando empezó el frío le compramos un saquito para dormir que es muy práctico y dá mucha tranquilidad.

Y esto me recuerda algo que me compró mi madre unos días antes de nacer Manuel, que es una pequeña luz nocturna (a la venta en cualquier ferretería) que se enchufa y dá una luz ténue, lo justo para evitar tropiezos y caídas en mitad de la noche.

Se entretienen con cualquier cosa. Su "juguete" favorito hasta el momento es una mini bolsa de plástico de las que hacen ruido y con la que puede pasar largos ratos (ya he comprobado que no le cabe la cabeza dentro). Los trapos también le entusiasman, especialmente los de colores, y los libros de tela. Hay un par de sonajeros-mordedor, que le hacen gracia. A los peluches por el momento ni caso.

martes, 2 de diciembre de 2008

Seis meses


El domingo Manuel cumplió seis meses, y ayer tocaba revisión y vacunas. David le llevó al centro de salud porque la cita era por la mañana. Dice que la enfermera, al principio algo seca, se sorprendió al ver lo despierto y simpático que es Manuel, y que no se lo podía creer cuando, después de tres pinchazos, apenas se quejó un poquito y se calló nada más ponerle el chupete. Cómo no, al rato se deshacía en monerías con el lechón. Está hecho un campeón. Me imagino a su padre saliendo de la consulta henchido de orgullo diciendo, "mi niño no es de esos que lloran". Supongo que tanta fortaleza se debe a unos muslos gruesos y prietos que no sé muy bién de dónde han salido. Será deportista, eso seguro, porque tiene una masa muscular tremendamente desarrollada para su edad.

No sé exactamente cuánto pesó en la consulta porque David no lo apuntó (cosas de padres), pero midió 71,05 cm, que está en el percentil más alto para su edad. En la farmacia pesa 8,730, así que, como allí le pesan desnudito, será algo menos.


Este fin de semana también empezamos con el puré de verduras, y ha tenido más éxito que el de frutas. Los dos primeros días le dí un potito de Nutribén que había comprado y no le entusiasmó. El domingo se lo preparé natural y lo envasé para que se lo diera Inés. Por ahora parece que le está encantando y se lo termina todos los días. Le pongo acelga, zanahoria, patata, puerro y judia verde y un poco de aceite de oliva crudo al triturarlo. Está buenísimo tal cual, sin sal ni nada. La semana que viene añadiremos pollo y después carne. Además, hemos suprimido el bibe que le dábamos a las doce de la noche porque últimamente se lo dejaba casi entero, y lo que hacemos es darle uno más grande a las nueve después del baño, que suele tener bastante hambre. Ya como un adulto: desayuno, comida, merienda y cena. Al paso que va, dentro de nada se estará comiendo un filete.
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